domingo, 20 de diciembre de 2009

Amor 5


"-Porque por mucho que lo intenten, no pueden moldear el mundo a su voluntad. Es imposible. ¿Me entiendes? Me dan lástima: son muy inocentes. Cierran los ojos, se tapan los oídos y se obligan a pensar que todo afuera es bello, que toda visión es hermosa y cada sonido, una nota, grito, los pájaros, acordes, que todo eso es armonioso, que el mundo canta para ellos y que sus ojos se corren de placer por las imágenes orgásmicas que les ofrece. Son el niño que cierra con fuerza los párpados y repite una y otra vez la misma cantinela, la misma canción; el niño que a veces llega a engañarse a sí mismo y se cree lo que quiere creer. Pero no. Fuera todo es feo y absurdo, todo se retuerce y chilla y aúlla de horror, y todo atisbo de belleza o bondad queda consumido por la podredumbre, la descomposición y el desánimo. El mundo no canta; el mundo llora de rabia y de dolor, con el rostro putrefacto y el alma corrompida. No es una visión agradable. Entiendo que nadie quiera experimentarla, pero es inevitable chocarse con ella de vez en cuando. ¿Crees que el niño, cuando, creyendo estar en el jardín soleado con sus amigos, divirtiéndose y pasándolo en grande, cuando entonces abre los ojos sólo un segundo, y entonces ve la danza sangrienta de cadáveres a su alrededor, crees de verdad que el niño está así mejor preparado para afrontarlo? ¿Crees que entumecer la mente con tonterías y fantasías es la solución, o más bien un agravante, un parche imperfecto con que los débiles de espíritu se evaden de la realidad, y creen vivir sus vidas cuando en realidad todo lo que hacen es artificio, invento y mentira? No. La fantasía del niño se derrumba con la visión de lo real. El bosque de penurias que le rodea, la carne muerta y la sangre fresca, los laberintos de hedor y el sudor de los moribundos, todo eso le destroza la mente y le lleva a la destrucción, o a la infelicidad. Subconscientemente, es imposible eliminar esa imagen, por muy alto que se cante o por muy firmemente que cierre los ojos: el engaño se ha hecho pedazos y nunca más funcionará. Así acaba la historia del niño, pero aquí empieza la nuestra. Porque no hay que huir de la realidad, sino darle la cara. Abrir los ojos y captar todo el sufrimiento y la ironía; escuchar los gritos y llantos que nos trae el viento; respirar hondo la putrefacción; impregnarnos de la esencia propia de este mundo cruel y despiadado. Sentirnos abandonados, desesperados; sentir como todo nuestro ser se colapsa y llorar, pues nos duele el alma y sufre al máximo. Los muertos nos tocan, las aguas podridas mojan nuestro cuerpo y el aire huele a agonía. También nosotros nos descomponemos. Pero entonces sucede el milagro. Entonces asoma una sonrisa a nuestros labios, una sonrisa lacónica pero irónica, una verdadera sonrisa porque esta sí que es real: por fin hemos entendido el chiste de la existencia, por fin comprendemos la broma que nos gasta el mundo. Nos levantamos de la mugre y el barro penosamente, con los huesos al aire y la carne colgando; apestamos, pero tenemos fuerzas porque lo entendemos. Tenemos fuerzas, y entonces, con la vista en el horizonte, más allá de todo el humo de la grasa humana, más allá de nosotros mismos y de todo el enjambre lúgubre y de la basura, vemos nuestra sonrisa reflejada en nuestros ojos, y volvemos a nacer, corruptos y desengañados, y es entonces cuando vivimos de verdad, nos movemos entre cadáveres, danzamos con ellos y les gastamos bromas; nos bañamos en ríos contaminados y negros, disfrutamos de la brisa cargada de temores y miedos, nos movemos como un difunto más en el baile macabro, y sólo allí la felicidad es verdadera. Y sólo entonces tendremos los ojos abiertos, seremos cadáver feliz y sonriente, y sólo entonces vivimos."



Víc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario