martes, 29 de junio de 2010

lady gaga quiere cadáveres en sus conciertos


...así que yo le recomiendo que empiece con su padre y con su madre, si tan polémica quiere ser.

obras de arte o no, lecciones vívidas de anatomía o no, no dejan de ser personas, o mejor dicho, fueron personas que un día decidieron donar su cuerpo a la ciencia, o al arte, sabiendo que serían diseccionados y "plastificados", y que luego miles de personas los admirarían, bien por la belleza que, literalmente, hay en su interior, bien por todo lo que se puede aprender de ellos.

pero me juego un pie a que ninguno de ellos desearía ser degradado, convertido en el juguete de una "diva" pretenciosa, en un instrumento de morbo, mientras una señorita "curiosamente" ataviada (por ser generosos) baila a su lado, pone caras orgásmicas y, seguramente, se refriega con ellos.

es vomitivo. el simple hecho de que se le haya ocurrido, además de provocarme arcadas, también me provoca unas enormes ganas de echarle la pota en toda la cara. dios mío, eso sí que sería polémico. meterse el micro por el chirri y seguir cantando, también. sacarse la cera de las orejas y comérsela en medio de un concierto, también. tirarse un pedo y amplificarlo con el micro (después de que saliera de su purrusaldo), también. hay miles de cosas que podría hacer con su cuerpo y que provocarían polémica, así que, señora gaga, empieza por el tuyo, y luego, si eso, podrás usar el de los demás (aunque no creo).


Víc.

sábado, 26 de junio de 2010

del amor al prójimo



Vosotros os apretujáis alrededor del prójimo y tenéis hermosas palabras para expresar ese vuestro apretujaros. Pero yo os digo: vuestro amor al prójimo es vuestro mal amor a vosotros mismos.

Huís hacia el prójimo huyendo de vosotros mismos, y quisierais hacer de eso una virtud: pero yo penetro vuestro «desinterés».

El tu es más antiguo que el yo; el tu ha sido santificado, pero el yo, todavía no: por eso corre el hombre hacia el prójimo.

No conseguís soportaros a vosotros mismos y no os amáis bastante: por eso queréis inducir al prójimo a que ame, y doraos a vosotros con su error.

Yo no amo tampoco vuestras fiestas: demasiados comediantes he encontrado siempre en ellas, y también los espectadores se comportaban a menudo como comediantes.


"así habló zaratustra", Nietzsche


Víc.

jueves, 10 de junio de 2010

el lobo estepario

Por ejemplo, cuando Harry en su calidad de hombre tenía un bello pensamiento, o experimentaba una sensación noble y delicada, o ejecutaba una de las llamadas buenas acciones, entonces el lobo que llevaba dentro le enseñaba los dientes, se reía y le mostraba con sangriento sarcasmo cuán ridícula le resultaba todo esta distinguida farsa a un lobo de la estepa, a un lobo que en su corazón tenía perfecta conciencia de lo que le sentaba bien, que era trotar solitario por las estepas, beber a ratos sangre o cazar una loba, y desde el punto de vista del lobo toda acción humana tenía entonces que resultar horriblemente cómica y absurda, estúpida y vana. Pero exactamente lo mismo pasaba cuando Harry se sentía lobo y obraba como tal, cuando le enseñaba los dientes a los demás, cuando respiraba odio y enemiga terribles hacia todos los hombres y sus maneras y sus costumbres mentidas y naturalizadas. Entonces era cuando se ponía en acecho en él precisamente la parte de hombre que llevaba, lo llamaba animal y bestia y le echaba a perder y le corrompía toda la satisfacción en su esencia de lobo, simple, salvaje y llena de salud.



"el lobo estepario", Hermann Hesse



Víc.

miércoles, 9 de junio de 2010

astronauta extranjero 1

Hoy me he levantado algo extrañado. Había mucha luz en la habitación, y me he extrañado por no desvelarme, o despertarme un poquito. En fin. Me he puesto los calcetines, he rellenado la botella de oxígeno y he bajado. El desayuno, normal. Echo de menos las tortitas de palomas y los caucasianos, pero no es culpa suya no conocer tales delicias alimenticias (debería empezar a dedicarme a la poesía: me ha salido una rima involuntaria). Nota mental: este planeta es muy rico en palomas. Eso es bueno. Pero está mal visto comérselas. Eso es malo. Así que el turismo no sería posible; tal vez una invasión o dominación por parte de nuestra Federación. Nota mental: dicen que hay unos seres llamados "cucarachas" y que al parecer sobrevivirían a una explosión nuclear. He intentado comunicarme con ellos, pero, de momento, poco he conseguido. Es improbable que sean extraterrestres. Aunque algunos tiene alas y vuelan. Las alas son unas extensiones planas y móviles del cuerpo de algunos animales, que les permite elevarse en el aire y moverse torpemente. Las "cucarachas" no son los únicos animales con alas: hay otros, llamados genéricamente "pájaros", cuyo género se caracteriza por la presencia de estos artilugios biomecánicos. Nota mental: descubrir porqué hay pájaros con alas pero sin capacidad de volar (véase pingüinos, kiwis...).
Se acerca una terrícola. Me despido, por precaución.

domingo, 6 de junio de 2010

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"Gatito";
o como las cosas parecen más bonitas de lo que son cuando se maquillan en una historia con animales adorables;
o como las explicaciones, además de innecesarias, son ofensivas cuando se revisten de victimismo




Había una vez un niño. Un niño al que no le gustaban los animales. Más bien, no es que lo le gustaran. Lo que pasaba es que no quería que su vida girara en torno a ellos: le gustaba acariciarlos una, dos veces, pero al final siempre se acababa cansando y los abandonaba en la calle. Con el tiempo, el niño aprendió que adoptar animales para luego abandonarlos era cruel, así que se limitó a acariciarlos espontáneamente cuando los veía por la calle. Disfrutaba esos momentos, sencillamente, sin complicaciones, porque él lo que quería es acariciar, y los animales, al fin y al cabo, ser acariciados. Algunos animalitos, no obstante, insistían en acompañarlo hasta su casa, pero el niño no los quería y les cerraba la puerta en las narices. Su madre le reprendía, pero él no podía hacer otra cosa: así era, y no podía cambiarlo. El niño añoraba su juventud, cuando aún no se había corrompido su amor por los animales, cuando no estaba sujeto sólo a las caricias temporales.

Un día, el niño vio a un gatito muy bonito. Sintió ganas de acariciarlo, pero se contuvo. Sabía que no traería nada bueno, que el gatito le seguiría hasta su casa y que él tendría que prohibirle la entrada. ¿Porqué los gatitos necesitan vivir contigo? El niño, aunque no compartía esa necesidad, la respetaba, y por eso no acarició al gato la primera vez. Tampoco las siguientes. Pero, semanas más tarde, mandó a la mierda a sus convicciones y le pasó la mano por el lomo. El pelo del gatito era muy suave; tenía unos ojos muy abiertos y muy bonitos, y sonreía constantemente. El niño entendió que quería al gato. Pero tenía miedo: no quería dejarlo entrar en su casa. "Quédate ahí fuera", le dijo, señalando el florido jardín. El gato parecía feliz allí; correteaba, daba brincos, y no dejaba de sonreír. El niño lo acariciaba de vez en cuando, acostumbrándose poco a poco a la nueva presencia. Ya no le interesaban otros animales, porque el gatito estaba en su jardín.

El niño se levantó una mañana muy triste. Y además no vio al gatito en su jardín. "Qué extraño", pensó. Había pequeñas huellas felinas, así que siguió el rastro. Había otro niño acariciando al gatito, en su propia casa. El niño pensó que sería una confusión, o una broma, o un malentendido; pero no, el gatito, sin decirle nada, se había instalado en la casa de su nuevo amo. El niño lloró mucho y luego se rió, porque entendió cómo la culpa era suya, por confiar en los animalitos y dejarse engañar por su inocencia. A través del cristal, el niño vio cómo el gatito le miraba con ojos tristes y ponía caritas apenadas, pero a él todo eso le pareció una burda pantomima, y sólo hizo que le entraran más ganas de reír. Así, desquiciado y entre carcajadas, el niño volvió a su casa y rompió la cestita que le había estado preparando pacientemente al gatito. Y pensó que, en el fondo, no estaba seguro de que le hubiera dejado entrar. "Tal vez sea mejor así", pensó. El gatito era feliz, su nuevo amo era feliz, él mismo era pseudofeliz, como siempre había sido.

Más tarde se dio cuenta de que el gatito era más parecido a él de lo que pensaba. Tampoco podía sentir amor (o, al menos, por los demás), pero le gustaba engañarse y sentirse seguro en las casas. Poco importaba el dueño: el gatito sólo quería dormir entre mullidos cojines y estar calentito al lado del fuego. Las frías caricias en el jardín no eran suficientes. Pero eso a él ya no le importaba. Deseó para sus adentros mucha suerte al gatito y siguió su camino, tal vez no el más fácil ni el más agradable, pero sí el único que conocía.

Y el niño entendió porqué le gustaba tanto que Dios matara gatitos.



Víc.

viernes, 4 de junio de 2010

Amor 7


"A veces olvidamos cosas, ¿sabes? Cosas que no deberíamos olvidar nunca. Hay gente que se consuela en las relaciones personales, se aferra a ellas y desarrolla una dependencia absoluta del resto de seres humanos. Esto no es malo en sí, claro está; pero se convierte en malo cuando alguna de esas personas nos hace daño. La dependencia, en ese momento, se invierte por completo y se transforma en el arma más punzante que podamos imaginar, porque donde antes había un pilar indispensable en nuestra vida, ahora hay vacío. La columna que creíamos sólida y eterna se desvanece, se hace trizas, se derrumba ante nuestros ojos. Y entonces el edificio, nuestra mente, nuestra personalidad, nosotros mismos nos derrumbamos con él. Nos afecta, y mucho. Es algo que no deberíamos olvidar nunca: la gente duele. Las personas duelen. Las relaciones, de cualquier tipo, duelen. Pero hay un remedio, sí, ¡lo hay! No construir sobre ningún pilar. Que la casa se sostenga por sí sola, sin que necesitemos a nadie; que ningún arquitecto incompetente ponga pilares ni muros ni bovedillas ni tonterías. Que nosotros nos mantengamos por nosotros mismos. Pero, ¡qué fácil suena la teoría! Porque, inconscientemente, esos pilares se cuelan pérfidamente, se escurren y escapan a todo control racional. Los malditos pilares pueden estar ahí sin que los veamos. Los muy hijos de puta. Y, ¿qué hacer? Demoler, y reparar. Construir sobre roca, y no sobre el polvo, que se desvanece y el viento lo arrastra, y luego viaja a otros lugares y es muy malo de ver. Pero tú, ¡la más puta entre todas las putas! ¿Acaso tienes tú malicia? ¿Acaso tú me amas, o siquiera finges hacerlo? Ni hablar del peluquín. Tu eres sincera, y en tu corrupción, eres la más pura; que ellos se revisten de inocencia pero luego tienen el alma podrida. ¿Acaso tú me sonríes, o finges que te interesa lo que te digo? No lo haces. Lo siento si te aburro, pero para eso te pago. ¿Porqué me atraes tanto? Si eres vieja y estás arrugada. Debería añorar cuerpos jóvenes, pero no, tu vejez no es dolorosa, ni tus arrugas me hacen daño. ¿Sabes qué? Creo que te amo. ¡Te amo! Y, ¿sabes otra cosa? Creo que estoy desquiciado. Pero no me importa, porque ellos no me importan y yo no le importo a ellos. Todo el mundo está contento y cada uno se tiene lo que se merece. ¿Seguro? No lo creo. ¡Aparta, maldita puta! Déjame en paz con mi botella. Déjame tranquilo, que me quiero dormir abrazando el frío cristal, porque él si que no me hará daño, él sí que es una compañía segura y fiable. Oh, las baldosas, tan suaves al tacto. ¿Qué le hace pensar que es mejor que vosotras? ¿Resistiríais un cabezazo mío? Oh, cielos, ¿es eso sangre, lo que me resbala por el cuello? Sí, veo el suelo rojo y... hum, sabe a sangre. Benditas baldosas, sois más duras que mi cabeza. (Risas). ¡Nunca había sido tan feliz! Pero, ¿aún sigues ahí, vieja chocha? ¿Qué haces? ¿Porqué lloras? ¿Te apiadas de mí, crees que he perdido la chaveta? ¡Te equivocas, zorra! Soy feliz aquí entre mis nuevos amigos; ellos nunca me defraudarán y nunca me harán daño. Una nube me tapa los ojos, ¡qué contrariedad! Mis sentidos se difuminan, ¿estoy llorando? Pero estoy feliz, porque todo el mundo duele."



Víc.