domingo, 20 de diciembre de 2009

Amor 2

"-Ven. Asómate a la ventana. ¿Ves eso? ¿No lo ves? Maldita noche fría y oscura, nadie se atreve a pasearte. Pero eso sí has de verlo. Esa pareja, allá, caminando, los dos cogidos como si se amaran. ¿No te entran arcadas? Envidia podrías llamarle, pero no eres tú la persona más adecuada para criticar; yo prefiero hablar de hastío. Nada allá abajo tiene nada de interesante, nadie tiene nada que ofrecerme. No. Ni siquiera hoy puedes tú consolarme. ¿Cómo podrías? Si hoy me siento de hielo y no arde en este piso más llama que la de tu lujuria. ¿Acaso te he pedido que me beses? No podrás callarme así. Tiene algún sentido, te preguntarás, perder mi tiempo de esta forma tan inútil. Y yo me pregunto lo mismo. Pero, ¡ah!, las estrellas. Ellas son bellas como la noche, y en la noche, son más bellas aún. No sé si desde ahí dentro podrás notar la brisa nocturna. Sal, por favor. ¿No es precioso, relajante, notar las mil caricias en tu piel? Cierra los ojos, siente, ríe y luego llora conmigo. Recuerda el tacto de mi piel y cómo solía arder mi cuerpo. Pero no. El amor no acaricia así. El amor engaña y extorsiona, miente, es cruel y siempre duele. No es el mismo tacto. El amor provoca tus angustias y tus lágrimas. Pero, ¡créeme!, la brisa no te traiciona, ni las estrellas te harán llorar.
Sí, lo sé. Tengo las mejillas húmedas. Te ruego que te marches. Quiero sentir y que la noche me limpie. Me dormiré (quisiera pensar que mecido por la luna), y mañana veremos si sobrevivo la pulmonía. Pero ahora quiero sentir."


Víc.

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